Intento ir a la oficina cada día por un lugar distinto. Si voy siempre por el mismo camino, al tercer día pienso:
“¿Qué estará pasando en la calle de al lado?, hace mucho que no voy por ahí”.
Al día siguiente, cambio mi recorrido y pum: algo nuevo ocurre. Una tienda nueva ha abierto sus puertas o alguien ha pintado alguna tontería en la pared. Son cosas que me llevan a pensar en otras cosas nuevas y distintas. Hacen que mi cerebro se ponga en marcha; la maquinaria de la creatividad empieza a funcionar cuando paseo por Madrid y diez estímulos por segundo entran en mi cuerpo. Cuando veo algo que me gusta, intento darle una y otra vuelta para ver de qué forma me gustaría más aún.
Y entonces nacen pensamientos nuevos que nunca había tenido antes.
Soy amante de las carreteras secundarias y solo tomo atajos cuando sé que voy a aprender algo en ellos. Y siempre he pensado que el camino más corto entre dos puntos es aburridísimo.
Tensar la cuerda para que pasen cosas.
A veces hasta intento ver la película que no me apetece ver.
Sé que el atardecer que me cambie la vida no lo voy a ver en una playa de Ibiza, rodeado de puestos de pulseras de cincuenta euros. Y las historias que cuento una y otra vez no me han pasado en un hotel de cinco estrellas.
Los de la zona V.I.P. siempre están mirando hacia la pista de baile.
Por eso intento viajar a lugares raros para conocer a gente que me aporte cosas diferentes y puntos de vista diametralmente opuestos a los míos.
Hay gente mucho más inteligente que tú que piensa distinto a ti, no lo olvides nunca.
Hoy en día vivimos ensimismados en el culto a la belleza absoluta (casi plástica) y nos pasamos el día buscando una perfección irreal, pero hay algo indiscutiblemente bello en las cosas mal hechas, como aquella bolsa de supermercado que volaba en el viento de un parking en American beauty.
Todos tenemos una parte fea, estúpida y descerebrada. Y a mí, hacerle caso, me ha llevado a lugares increíbles a los que nunca hubiese llegado si solo hubiese escuchado a mi yo más reflexivo.
Nunca voy a dejar de escuchar al idiota que vive en mí. Es de las cosas más importantes que tengo en la vida.