La Antigua Casona de Xicoténcatl fue escenario de un recital que destacó por la riqueza estilística y la expresividad de los instrumentos graves, con la participación del fagotista Gerardo Ledezma y el violonchelista Adolfo Ramos, ambos integrantes del grupo Concertistas de Bellas Artes. La velada reunió obras de tres compositores de distintas épocas y contextos, ofreciendo al público un recorrido sonoro que transitó entre el neoclásico, el clasicismo y la música contemporánea mexicana.
El programa inició con la “Suite para fagot y violonchelo” de Paul Hindemith, pieza que exploró texturas densas y contrastes propios del estilo neoclásico. Posteriormente, los intérpretes ofrecieron la “Sonata en Si Bemol” de Wolfgang Amadeus Mozart, obra que combinó la elegancia clásica con un virtuosismo refinado. El cierre estuvo a cargo del compositor mexicano Samuel Zyman, con la “Suite para dos violonchelos”, presentada en una versión especial para fagot y violonchelo, capaz de evocar paisajes sonoros intensos y conmovedores. Como complemento, los músicos interpretaron un fragmento de la “Primera Sonata en Fa Mayor” del italiano Benedetto Giacomo Marcello, pieza que añadió un matiz barroco a la velada.
La trayectoria de los intérpretes dio mayor realce al concierto. Adolfo Ramos, violonchelista principal de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, ha sido solista con importantes orquestas y se ha presentado en escenarios de América, Europa y Asia, formado con maestros como Álvaro Britán, Janos Starker y Philippe Muller. Por su parte, Gerardo Ledezma, fagotista principal de la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM), es reconocido por sus estrenos y repertorios contemporáneos, con formación en México, Estados Unidos y Países Bajos, en instituciones como la UNAM, el Aspen Music Festival y el FONCA.
El recital formó parte de los Conciertos de Bellas Artes, programa impulsado por la Junta de Coordinación Política a través de la Coordinación de Eventos Culturales, que busca acercar al público a la música de cámara y a intérpretes de excelencia. La noche en Xicoténcatl dejó constancia de cómo el diálogo entre instrumentos graves puede convertirse en un encuentro de elegancia, fuerza y sensibilidad artística.


