“¡No más estruendos de armas!”: el Papa Francisco clama por la paz en su mensaje pascual desde el Vaticano

El Papa imparte la bendición “Urbi et Orbi” en el Domingo de Pascua del Año de Gracia 2025.
Foto:Archivo Vatican Media

Desde la logia central de la Basílica de San Pedro, este Domingo de Pascua 20 de abril de 2025, el Papa Franciscoenvió un mensaje poderoso y urgente al mundo: “¡No más estruendos de armas!”. Aunque el Pontífice no pronunció directamente el mensaje pascual, por cuestiones de salud, fue leído en su nombre por Monseñor Diego Ravelli, Maestro de las Celebraciones Litúrgicas. El gesto, sin embargo, no disminuyó el impacto de sus palabras, centradas en un llamado global a la paz, al desarme y a la solidaridad, en medio de un planeta marcado por el dolor de la guerra y la indiferencia.

Acompañado por el Cardenal Dominique Mamberti y Fernando Vérgez Alzaga, el Papa se presentó brevemente para dar la tradicional bendición “Urbi et Orbi” tras la misa celebrada por el Cardenal Angelo Comastri, un acto que simboliza la cercanía espiritual con todos los pueblos. Luego, en un momento conmovedor y sorpresivo, Franciscorecorrió en el papamóvil la Plaza de San Pedro, saludando a más de 50 mil fieles congregados, entre ellos a la ya emblemática Carmela Mancuso, la “mujer de las flores amarillas” que lo acompañó durante su reciente hospitalización en el Hospital Gemelli.

En el centro del mensaje, el Papa evocó la esperanza que representa la resurrección de Cristo, señalando que “el amor venció al odio. La luz venció a las tinieblas. La verdad venció a la mentira. El perdón venció a la venganza”. En medio de un contexto global marcado por guerras, desplazamientos forzados, hambre y violencia, pidió no ceder al pesimismo y animó a mantener viva la esperanza: “Gracias a Cristo crucificado y resucitado, la esperanza no defrauda. ¡Spes non confundit!”

El mensaje se detuvo especialmente en el drama de Palestina e Israel, donde urgió a un alto el fuego, la liberación de rehenes y la entrada inmediata de ayuda humanitaria para la población de Gaza. Lamentó la creciente ola de antisemitismo y expresó su cercanía a las comunidades cristianas de la región, duramente golpeadas por el conflicto. “El terrible conflicto sigue llevando muerte y destrucción, y provocando una dramática e indigna crisis humanitaria”, señaló con claridad.

También hizo un repaso por otros focos de tensión en el mundo. Pidió oraciones por los cristianos del Líbano, Siria y Oriente Medio, exigió atención internacional ante la crisis humanitaria en Yemen, deseó una solución pacífica para Ucrania, y alentó un acuerdo definitivo de paz entre Armenia y Azerbaiyán en el Cáucaso Meridional. No olvidó los conflictos en el continente africano, recordando a los pueblos de la República Democrática del Congo, Sudán, Sudán del Sur, y las regiones del Sahel y el Cuerno de África, donde millones sufren desplazamiento, hambre y persecución religiosa.

Uno de los mensajes más fuertes del Papa fue su crítica a la carrera armamentista global: “La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme”. Alertó sobre los riesgos de seguir alimentando un sistema basado en el miedo y la división, y afirmó que “la paz no es posible sin un verdadero desarme”. En cambio, llamó a usar los recursos para combatir el hambre y promover el desarrollo. “Estas son las ‘armas’ de la paz: las que construyen el futuro, en lugar de sembrar muerte”, expresó.

En otro momento del mensaje, hizo referencia a la situación de Myanmar, golpeado por conflictos y recientemente por un devastador terremoto en Sagaing, que dejó miles de muertos y sobrevivientes en condiciones extremas. Celebró como un signo de esperanza el reciente anuncio de alto el fuego en ese país y pidió apoyo internacional para los voluntarios que brindan ayuda.

Finalmente, en el marco del Jubileo Ordinario de 2025, el Papa pidió la liberación de prisioneros de guerra y presos políticos, y cerró su mensaje con un llamado a no perder de vista el valor de cada vida humana: “No podemos permitirnos olvidar que lo que está en la mira no es un mero objetivo, sino personas con un alma y una dignidad”.

En una jornada cargada de simbolismo y esperanza, Francisco volvió a poner en el centro de la conversación mundial el valor de la vida, la paz y la solidaridad, reiterando que “solo Cristo puede hacer nuevas todas las cosas”. Su llamado resuena más fuerte que nunca: “¡No más estruendos de armas!”.

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