El partido de futbol que nunca acaba
La política mexicana se parece a esos clásicos América vs. Chivas donde todos gritan, nadie marca goles, y al final los únicos que pierden son los aficionados. Llevamos años discutiendo si el pasado fue mejor o el futuro será prometedor, mientras el presente, como esas tortillas que se pegan al comal cuando no las volteas a tiempo, se nos quema entre las manos. El olor a oportunidad perdida lo conocemos todos, pero pocos se atreven a admitirlo.
Creo que vivimos una especie de espejismo del cambio: porque cambian los actores pero no la obra. En 2018, cuando la izquierda llegó al poder con el 53% de los votos –el mayor margen en décadas–, muchos creyeron que sería el fin de la “dictadura neoliberal”. Pero la reciente elección de ministros de la Suprema Corte nos dejó ver el truco detrás del espectáculo: no hubo cambio de sistema, solo cambio de protagonistas.
Los datos son reveladores:
- 72% de los mexicanos cree que gobierne quien gobierne, “siempre protegen a los mismos”. (Latinobarómetro)
- El índice de percepción de corrupción de Transparencia Internacional nos mantiene estancados en el puesto 126 de 180 países.
Hoy la polarización ya no es izquierda vs. derecha, sino “los de antes” contra “los de ahora”, con el ciudadano como espectador forzado de un pleito que parece interminable.
Lo veo así.
Derecha: Nostalgia con memoria selectiva (y datos que no cuadran)
La derecha mexicana recuerda los 90 como si todos hubiéramos sido protagonistas de telenovelas de Las Estrellas, cuando la realidad era más parecida a una película de Jorge Rivero: dura, desigual y con final triste para la mayoría.
Las cifras no mienten:
- En 1995, el 10% más rico ganaba 29 veces más que el 10% más pobre (vs. 22 veces hoy, CONEVAL)
- Solo 16% de los jóvenes iba a la universidad (vs. 38% actual, INEGI)
- El salario mínimo cubría apenas el 54% de la canasta básica (hoy cubre 89%, aunque sigue siendo insuficiente)
“Extrañan los tiempos del ‘orden y progreso’, pero ese orden solo protegía a unos cuantos, y el progreso era como los comerciales de TV: bonito para verse, pero inalcanzable para la mayoría.”
Izquierda: La becaria brillante que se tropezó con la realidad.
La 4T llegó al poder como esos becarios recién egresados: llenos de ideas frescas, ppt’s impecables y esa convicción de que “solo faltaban ganas para cambiar todo”. Pero como bien saben los que han trabajado en gobierno, las buenas intenciones no bastan cuando chocan con la realidad.
Lo que sí funcionó:
✅ Las becas Benito Juárez alcanzaron a 5.2 millones de estudiantes en 2023
✅ Las pensiones a adultos mayores pasaron de $1,150 a $6,000 mensuales
✅ La creación de universidades públicas en zonas marginadas
Lo que falló estrepitosamente:
❌ La cancelación del Seguro Popular dejó a millones sin atención médica real
❌ El presupuesto para cáncer infantil bajó 11% en 2023 (Minsa)
❌ Los programas sociales sin evaluación de impacto real
Criticaban al neoliberalismo por poner números antes que personas, pero hoy suelen cometer el mismo error: confunden discursos con resultados y ocurrencias con políticas públicas.
¿Y cómo sabemos todas estas cosas las “nuevas generaciones”? Porque todo está en Internet, solo hay que buscarlo y tener el interés de no dejar que te hagan wey. Lo malo es que de pronto todo se vuelve un circo digital donde todos somos payasos sin querer.
Twitter (o X, para los modernos) se convirtió en nuestro nuevo Zócalo virtual, pero en lugar de debates serios, lo que tenemos es una lucha libre de memes donde todos pierden:
- 65% de mexicanos usan redes como principal fuente de noticias. (Reuters Institute)
- 43% de las noticias políticas son falsas o manipuladas. (MIT Technology Review)
- Las discusiones políticas en redes tienen 6 veces más insultos que argumentos. (Estudio UNAM 2023) (Nada más vean a Trump)
Mientras nos enfrascamos en discusiones como #AMLOEsElCambio vs. #Dictadura4T, las reformas urgentes –energética, educativa, de seguridad– se postergan indefinidamente. El resultado es una sociedad que confunde tendencia con verdad, y gritar más fuerte con tener la razón.
Antes teníamos plaza pública, ahora tenemos algoritmos. Pero seguimos igual: linchamientos digitales en vez de diálogo, y “clictivismo” en lugar de ciudadanía.
Pero justo de todo esto –y lo que me hace escribir sobre soluciones–, creo que sí hay cosas para un México con futuro.Porque la salida no está en rendirse a la polarización, sino en encontrar esos mínimos comunes donde hasta los más radicales puedan coincidir. Por ejemplo:
- Combate a la pobreza con cerebro y corazón
La izquierda aporta el enfoque social, la derecha la evaluación técnica.
Ejemplo concreto: Becas universales vinculadas a indicadores educativos reales. No nada más dar por dar.
- Seguridad que no sea solo mano dura o solo abrazos
Policías bien pagados y entrenados. O programas de reinserción social con seguimiento real (visión progresista).
- Educación que una en lugar de dividir
Libros de texto que enseñen pensamiento crítico, no consignas políticas. O escuelas con infraestructura digna, sin importar el partido en el poder.
Esto no es magia, es sentido común: tomar lo mejor de cada lado para resolver lo urgente.
Y como decía al inicio, las camisetas nos dividen, pero bajo la playera, la piel es la misma, no importa el color. Al final, este pleito no es como el de las quesadillas (con queso o sin queso), sino como el del pozole: da igual si es blanco, verde o rojo – lo que importa es que esté bueno y alcance para todos.
México no necesita más camisetas ideológicas. Necesita recordar que bajo los colores partidistas, todos somos piel morena, mestiza, blanca, indígena, pero sobre todo, mexicana.
El futuro no está en volver al pasado ni en saltar al vacío. Está en construir, con las manos, no con los gritos, el país que merecemos. Porque cuando dejamos de lado los bandos, descubrimos lo obvio:
Lo que nos une es más fuerte que lo que nos separa.
Solo hace falta quitarse la camiseta para verlo.
¿Vamos a seguir peleando por siglas o nos sumamos a lo que realmente importa?
El México que viene, que es el que será de todos.
-Adolfo Juárez