El árbol que cargaba los problemas

Dicen que todos cargamos con algo.
Un enojo, una deuda, una frustración.
A veces lo llevamos tan pegado al pecho que se nos olvida respirar bonito.
Y en ese olvido, también se nos va escapando la calma, la paciencia y lo más triste:
la alegría de estar con quienes amamos.

Hoy quiero contarte la historia de un carpintero que no dejó que los problemas del día se le colaran al corazón de su hogar. Porque entendió algo que a muchos nos cuesta:
el trabajo en ocasiones se puede posponer, pero un momento con la familia, no vuelve.

—Momsy ♥

Un carpintero tuvo un día lleno de complicaciones: se le rompió la cortadora eléctrica, perdió tiempo valioso, y su coche no arrancaba. Aun así, no se quejó. Siguió trabajando con dedicación.

Al verlo tan tenso, el cliente se ofreció a llevarlo a casa. Durante el trayecto, el silencio hablaba por él: estaba molesto, estresado, agotado.

Pero antes de entrar a su hogar, el carpintero se detuvo frente a un pequeño árbol.
Tocó sus ramas con ambas manos, en silencio.
Y entonces, todo cambió.

Al abrir la puerta, ya no era el mismo hombre.
Sonrió, abrazó a sus hijos, besó a su esposa.
La cena fue un momento de verdadera unión: entre risas, charlas y amor.

El cliente, asombrado, le preguntó al salir:

—¿Qué tiene de especial ese árbol?

El carpintero sonrió:

Este es mi árbol de los problemas.
Antes de entrar a casa, dejo aquí todo lo que me pesa.
Y por la mañana, si hace falta, lo recojo.
Lo curioso es que, cuando regreso, los problemas casi nunca son tan grandes como recordaba.

Reflexión

No siempre podemos evitar los problemas.
Pero sí podemos elegir cómo y cuándo enfrentarlos.

Cargar con todo, todo el tiempo, no nos hace más fuertes, nos hace más cansados.
Y muchas veces, daña a quienes más queremos.

Soltar no es rendirse.
Es respirar. Es cuidar. Es elegir paz.

A veces, poner en pausa el problema, nos ayuda a ver que no era tan grave como parecía.

El trabajo no se acaba y esa paz que tanto buscamos afuera,
empieza muchas veces en el sencillo acto de no llevar el caos a casa.

Si tienes un árbol de los problemas, úsalo.
Y si no, invéntalo.

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Texto de autor desconocido (sabiduría popular)

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