El español: una lengua que une culturas, kilómetros y generaciones

Foto: Dirección General de Comunicación Social UNAM

Hablar español es más que compartir un idioma: es reconocernos como parte de una comunidad extendida en más de veinte países. Con cerca de 600 millones de hablantes en el mundo, el español no sólo es la segunda lengua con más nativohablantes (485 millones), sino también un puente que conecta geografías, culturas y formas de pensar a lo largo de 11 mil 700 kilómetros en línea recta, desde México hasta la Tierra del Fuego.

Así lo explicó Leticia Colín Salazar, investigadora del Centro de Lingüística Hispánica “Juan M. Lope Blanch” del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL) de la UNAM, con motivo del Día del Idioma Español en las Naciones Unidas, que se conmemora cada 23 de abril, en honor al fallecimiento de Miguel de Cervantes. Para ella, el español es un lazo identitario que trasciende fronteras: “Podemos visitarnos sin cambiar de lengua y entendiéndonos”.

A diferencia del chino mandarín, cuyos hablantes se concentran principalmente en una región, el español está disperso por vastas zonas de América y otras regiones del mundo. Se habla oficialmente en 20 países y se usa en territorios como Guinea Ecuatorial y Filipinas, además de ser una de las seis lenguas oficiales de la ONU, lo cual reafirma su peso global. “En el mundo hay alrededor de siete mil lenguas, y de esas solamente seis son oficiales en las Naciones Unidas: una de ellas es el español”, subraya Colín.

México encabeza la lista de países hispanohablantes con 125 millones de hablantes nativos. Aquí, el español ha convivido con 68 lenguas indígenas, lo que ha enriquecido y diversificado su uso. “No es el mismo el que hablamos en el centro, que el que se habla en el norte, por ejemplo”, apunta. Y aunque existen variantes regionales, la lengua mantiene una unidad que facilita la comprensión entre todos sus hablantes.

El español también tiene una profunda historia. Fue la primera lengua romance en tener una gramática, escrita por Antonio de Nebrija en 1492, el mismo año en que llegó a América. Su expansión trajo consigo una transformación constante, que hoy se refleja en expresiones locales, usos particulares y una riqueza léxica que crece día a día. “La escritura le da permanencia”, recuerda Colín.

Los números también reflejan su vitalidad: el Diccionario de la Real Academia Española incluye 93 mil palabras, el de María Moliner suma 190 mil, y en total se calcula que hay más de 300 mil vocablos, aunque en el día a día utilizamos de 300 a 500, mientras que nuestro vocabulario activo ronda entre las cinco mil y diez mil palabras. El pasivo, es decir, las que entendemos aunque no usemos, puede alcanzar 100 mil.

Y el idioma no deja de evolucionar. Cada año surgen neologismos por avances científicos, intercambios culturales o nuevos usos cotidianos. Palabras como “automorición”, que se populariza para referirse de manera informal al suicidio, o el doble uso de “ratón”, como animal y como dispositivo de computadora, son ejemplo de cómo el español se adapta a los tiempos.

En la UNAM, el estudio del español es amplio y profundo. Desde la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas, que se imparte en la Facultad de Filosofía y Letras y en la FES Acatlán, hasta programas de maestría y doctorado en Lingüística, pasando por el Centro de Enseñanza para Extranjeros, donde personas de otras nacionalidades aprenden la lengua. Incluso en campos tecnológicos como el Laboratorio de Lingüística Computacional del Instituto de Matemáticas Aplicadas y en Sistemas, se analiza el idioma desde un enfoque técnico y moderno.

También hay investigación especializada en los centros de Estudios Literarios y de Lingüística Hispánica del IIFL, donde se abordan temas como sintaxis, semántica, pragmática, léxico y morfología. Colín Salazar, por ejemplo, estudia los matices del uso de la preposición “hasta” en México. “Aquí decimos ‘llegó hasta las ocho’ o ‘ella vive hasta el sur de la ciudad’; ese significado de tardanza y lejanía solamente lo tenemos los mexicanos”, detalla.

Más allá de las aulas y los laboratorios, el español vive en nuestras conversaciones, en redes sociales —donde es la tercera lengua más usada a nivel mundial—, en los memes, las canciones y los libros. Para Colín, reconocer el valor del idioma es un acto de identidad: “La mejor forma de celebrarlo es reconocer la importancia de nuestra lengua y darnos cuenta de que tiene una historia vasta y magnífica, y de la riqueza de su diversidad. Los hablantes deben sentirse orgullosos de la variante que hablan”.

Hablar español es, en muchos sentidos, compartir una forma de ver el mundo. Es una herramienta, un legado y una herencia viva que sigue creciendo con cada palabra que decimos.

Compartir:

Artículos relacionados