El nuevo orden doméstico

Hoy me he mirado en el espejo y tengo el mismo tono de piel que una mesa de mármol. Por eso, a esta primavera solo le pido una cosa: pasar más tiempo en la calle.

El nuevo orden doméstico consta de tres patas y nos tiene a todos encerrados en casa con grilletes invisibles:

  • la instauración implacable del delivery,

  • la oferta apabullante de las plataformas de streaming

  • y el nuevo modo de relacionarnos a través de redes.

Todo esto está consiguiendo que cada vez salgamos menos a la calle, cenemos menos fuera, demos menos paseos y apenas pisemos los cines.

Esto hace inevitablemente que nos demos menos abrazos, nos besemos menos y que las caricias ya no estén de moda.

El hype generado por los interminables planos de The adolescence ha hecho que nos olvidemos del plano secuencia más importante de todos: el de nuestras vidas.

La serie que TIENES que ver va a seguir en Netflix durante mucho tiempo pero la persona con la que no paras de cruzar miradas en esa terraza de La Latina acaba de pedir la cuenta y se va a ir en tres minutos.

El mundo casi siempre es lo que pasa ahí fuera, ha sido un marzo vergonzosamente lluvioso y tenemos las suelas de los zapatos muy poco gastadas.

Y cuando hablo de calle, hablo de la calle que nos dejaba heridas en los codos que luego había que curar con mercromina.

La calle que no deja huellas no es calle del todo y la verdadera revolución no va a llegar nunca a lomos del scroll infinito de nuestros teléfonos.

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