Opinar sobre cuerpos ajenos ya no está de moda

Quizá no nos lo enseñaron, pero hoy lo sabemos: hablar del cuerpo de otra persona —aunque sea con “buena intención”— no es buena idea.

Esta semana, después de una clase en el gimnasio, una compañera se me acercó y me dijo:
“Caro, se te nota mucho que estás bajando de peso, antes tenías más pancita.”

La conversación ocurrió en privado. Y eso me dio espacio para responderle con calma y compasión: “Te voy a decir esto con la mejor intención: ya no se usa hablar de cuerpos ajenos. No sabemos por lo que está pasando la otra persona ni cuáles son sus procesos.
En mi caso, tus comentarios no me sientan nada bien.

Lo dije con tranquilidad y respeto. Y para mi sorpresa, ella me respondió con humildad y apertura: “Tienes razón, Caro. Una disculpa. Yo no sé por lo que están pasando los demás y no debería opinar al respecto.

Ese pequeño intercambio me dejó pensando en lo importante que es darnos el permiso de poner límites desde el respeto. Porque sí, muchas veces estos comentarios no vienen de un lugar malintencionado. Pero eso no significa que no puedan dañar.

Muchas veces quienes comentan sobre el cuerpo ajeno lo hacen porque ellos mismos han vivido en guerra con el suyo.Lo tienen tan normalizado —juzgarse, medirse, criticarse— que no les parece extraño decirlo en voz alta, incluso a alguien más.

Hablar del cuerpo ajeno puede ser una forma de proyectar la incomodidad que sentimos con el propio. Por eso, además de marcar límites, también es importante mirar a esas personas con compasión.

Pasé años enfrentando un trastorno de la conducta alimentaria. Años en los que una frase como esa podía hacerme mucho daño. Hoy, después de mucho trabajo personal y acompañamiento profesional, puedo responder desde un lugar más compasivo.
Y eso también es parte de mi recuperación.

En México, se estima que 1 de cada 4 adolescentes vive algún grado de trastorno de la conducta alimentaria. Afecta mayormente a mujeres, pero también a hombres. Y muchas veces, todo comienza con algo que parecía “inofensivo”: una dieta, una comparación, una crítica sobre el cuerpo.

Por eso, si alguna vez tienes la duda de si deberías decir algo sobre el cuerpo de alguien más, aquí va una regla sencilla: Mejor no lo digas.

En cambio, elogia lo que ves en la actitud, la energía o el esfuerzo de esa persona. Hay muchas formas de expresar cariño sin referirse al físico.

Y si tú eres quien recibe esos comentarios y no sabes cómo marcar un límite, aquí va una frase que puede ayudarte: “Opinar de cuerpos ajenos ya no está de moda, y prefiero no recibir comentarios sobre el mío.

No estás siendo grosera o grosero. Estás cuidando tu valioso espacio emocional.

En palabras de Oprah Winfrey“Cuando sabes lo que vales, dejas de dar descuentos.”

Poner un límite no es ser rudo. Es recordarte a ti misma, a ti mismo que tu bienestar no está en rebajas.

Tu cuerpo no define tu valor, ni tu historia, ni tu capacidad de amar o ser amado.

No eres un cuerpo: tienes un cuerpo, y ese cuerpo te acompaña cada día en la tarea de habitarte, moverte, existir y abrazar a quienes amas.

Merece respeto. De ti, y de los demás.

Caro Hernández

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