La violencia digital contra las mujeres es una forma grave, creciente y muchas veces invisible contra las mujeres. Es tan grave porque sus efectos son reales, profundos y duraderos, aunque ocurren en un entorno virtual. No se queda en la pantalla, afecta el cuerpo, la mente, la seguridad, la reputación y el proyecto de vida de las personas, especialmente de las mujeres.
Y sí, no es casual ni neutra: se dirige especialmente contra mujeres por el hecho de serlo, y se intensifica cuando esas mujeres son visibles, opinan, lideran o transgreden normas sociales tradicionales, como ocurre con mujeres influencers, activistas, periodistas, funcionarias o creadoras de contenido.
¿Y por qué no denuncian? Por miedo, vergüenza o falta de apoyo institucional. En muchos casos, las autoridades minimizan la violencia digital (“es solo por internet”) y las plataformas digitales muchas veces no responden con la rapidez o la firmeza necesarias.
En los últimos tiempos, se han registrado varios casos trágicos que involucran a mujeres influencers, resaltando la vulnerabilidad y los riesgos asociados con la exposición en redes sociales.
Analizando la palabra influencer (viene del inglés to influence —“influenciar”) se usa para describir a una persona que tiene la capacidad de influir en la opinión, comportamiento o decisiones de otras personas, especialmente a través de redes sociales y plataformas digitales.
Un/a influencer es una persona que:
- Tiene seguidores en redes como Instagram, TikTok, YouTube, Facebook, etc.
- Genera contenido (videos, fotos, opiniones, tutoriales, etc.)
- Influye en lo que otras personas piensan, compran, creen o valoran
- Puede ser una figura pública, creadora de contenido, activista, experta o simplemente una persona con carisma y audiencia.
¿Por qué están asesinando a las mujeres influencers? Porque su presencia visible, libre y poderosa en espacios públicos y digitales desafía el orden patriarcal tradicional.
Este tipo de violencia y de feminicidio no es casual ni aleatorio: es una forma específica de violencia contra las mujeres, busca castigar a las mujeres por ser vistas, tener voz y ocupar poderosamente el espacio.
¿Pero qué les molesta a los asesinos de las influencers? La respuesta va más allá del acto criminal. Muchos de estos asesinatos tienen raíces en la misoginia, el control y el odio hacia la libertad de las mujeres, como que:
Tengan voz pública:
- Opinen fuerte y claro.
- Que no pidan permiso para hablar.
- Que expongan injusticias o simplemente vivan su libertad en voz alta.
Se muestren como quieren:
- Bailar, mostrar su cuerpo, hablar de sexo, éxito, dinero o placer.
- No cumplir los “roles femeninos tradicionales” (sumisas, calladas, discretas).
- Vestir o actuar con autonomía.
Tengan poder: económico, simbólico o social:
- Les molesta que ganen dinero,
- que las sigan millones,
- que marquen agenda,
- No soportan ver que una mujer puede tener influencia sin un hombre detrás.
Que no se dejen controlar:
- Muchas influencers han sido asesinadas por exparejas, acosadores o desconocidos que no toleran el “no”.
- Son castigadas por terminar relaciones, denunciar abusos o ignorar agresores.
Lo que más molesta a los agresores es la libertad: que las mujeres decidan cómo hablar, cómo vestirse, cómo vivir, cómo mostrarse. ¡Y que ya no pidan permiso para hacerlo!
Pero, uno de los aspectos más dolorosos y violentos tras el asesinato o agresión a una mujer —en especial si era influencer, pública o visible— es la revictimización social, es decir, culpar a la víctima en lugar del agresor.
Después de sufrir una agresión, una mujer es juzgada, humillada o deslegitimada por la sociedad. Esto es más grave porque es: VIOLENCIA SOBRE LA VIOLENCIA.