Un término que hizo historia
Cada 22 de agosto, el planeta celebra el Día Mundial del Folklore, una efeméride proclamada por la UNESCO en 1960 para reconocer y preservar las expresiones culturales que definen a las comunidades. La fecha conmemora el día en que el arqueólogo inglés William John Thoms acuñó el término “folklore” en 1846, combinando las palabras “folk” (pueblo) y “lore” (saber). “El folklore es la voz de los pueblos que no se apaga con el tiempo”, escribió Thoms en su publicación original.
Más que danzas y leyendas
El folklore abarca una amplia gama de manifestaciones: música, danza, vestimenta, gastronomía, rituales, cuentos orales, artesanías y festividades. En países como México, Perú, Argentina, India y Nigeria, el folklore es parte esencial de la vida cotidiana y se transmite de generación en generación. “Cada bordado, cada ritmo, cada historia contada al calor del fuego es una forma de resistencia cultural”, afirma María Elena Ríos, investigadora de tradiciones populares.
Celebraciones que cruzan fronteras
Durante esta jornada, se organizan festivales, ferias, presentaciones artísticas y encuentros comunitarios en todo el mundo. En Oaxaca, por ejemplo, se realiza la Guelaguetza, una muestra vibrante de danzas indígenas. En Colombia, el Festival Nacional del Folclor reúne a cientos de agrupaciones que representan la diversidad del país. “El folklore no es pasado, es presente vivo que nos conecta con lo que somos”, dice Juan Carlos Restrepo, director del Instituto de Cultura Popular.
Identidad, diversidad y orgullo
El Día Mundial del Folklore también es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de proteger las culturas originarias frente a la globalización. Organizaciones como UNESCO, Fundación Cultural Banamex y Red de Patrimonio Vivo trabajan para documentar, difundir y revitalizar prácticas que corren el riesgo de desaparecer. “Cuando una tradición se pierde, se apaga una luz en la memoria colectiva”, señala Dra. Lucía Mendoza, antropóloga mexicana.
Un legado que se transforma
Aunque el folklore tiene raíces ancestrales, también evoluciona. Jóvenes artistas fusionan ritmos tradicionales con géneros contemporáneos, creando nuevas formas de expresión. En plataformas digitales, el hashtag #DíaMundialDelFolklore se llena de videos, recetas, relatos y tutoriales que celebran la riqueza cultural de cada rincón del planeta. “El folklore no se queda en los museos, vive en las calles, en las voces, en los cuerpos que bailan”, afirma Renata Cruz, promotora cultural.
Una celebración que nos pertenece a todos
El 22 de agosto nos recuerda que el folklore no es solo patrimonio de los pueblos originarios, sino de toda la humanidad. Es un puente entre generaciones, una herramienta de inclusión y una fuente inagotable de creatividad. Como dijo alguna vez el poeta Octavio Paz, “las tradiciones no son cadenas, son raíces que nos permiten crecer”.
Hoy, 22 de agosto, celebramos el alma de los pueblos. Porque en cada canto, en cada paso de baile, en cada historia compartida, vive la esencia de lo que somos.