La mejor estrategia para prevenir el cáncer cervicouterino sigue siendo una combinación sencilla pero poderosa: vacunación contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) y pruebas periódicas de papanicolaou, afirmó Asucena Irais Mendoza Huerta, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, con motivo del Día Internacional de Concienciación sobre el Virus del Papiloma Humano, que se conmemora cada 4 de marzo.
La especialista explicó que el VPH es la infección de transmisión sexual más común: alrededor del 90% de la población sexualmente activa presenta alguna de sus más de 200 variantes. Aunque la mayoría de los casos se resuelven sin consecuencias, algunos tipos de alto riesgo —en particular los subtipos 16 y 18— pueden derivar en cáncer cervicouterino si no se detectan a tiempo.
En México, Chiapas es el estado con la mayor tasa de mortalidad por este padecimiento, con 11.91 muertes por cada 100 mil habitantes, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud. A nivel nacional, en 2022 se reportaron 9 mil 439 nuevos casos y 4 mil 335 muertes por este tipo de cáncer, que representa la principal causa de muerte por cáncer ginecológico en el país.
Mendoza Huerta recordó que la OMS propuso en 2018 la estrategia 90-70-90:
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90% de niñas vacunadas antes de los 15 años,
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70% de mujeres con pruebas de tamizaje antes de los 35 y otra antes de los 45,
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y 90% de las mujeres diagnosticadas con tratamiento oportuno.
Sin embargo, en América Latina aún persisten obstáculos como el bajo nivel de acceso a servicios de salud, desinformación, estigmas culturales y diagnósticos tardíos. “No podemos identificar las lesiones precursoras antes de que ese cérvix tenga cáncer, y eso complica todo el tratamiento”, advirtió la académica.
El papanicolaou, aunque es un procedimiento sencillo, breve y eficaz, puede resultar invasivo para algunas mujeres, lo cual también dificulta su aplicación generalizada. Por ello, la OPS recomienda realizarlo cada tres años a partir de los 25 años. Además, ya existen pruebas de citología y genotipificación que detectan las variantes de alto riesgo del virus.
Un dato crucial es que el VPH puede permanecer inactivo durante años, y sus efectos pueden manifestarse hasta décadas después de haber sido adquirido, dependiendo del sistema inmunológico de cada persona. “Pueden pasar de cinco a 20 años desde la infección hasta que se desarrolle un cáncer invasor”, puntualizó Mendoza Huerta.
La vacunación ha mostrado ser altamente eficaz. “En países desarrollados, el cáncer de cuello uterino ya no es el principal problema ginecológico; ahora lo es el cáncer de endometrio, gracias a las campañas de vacunación y detección oportuna”, concluyó.
Este día internacional —impulsado por la International Society of Papillomavirus (IPVS)— busca promover educación, prevención y conciencia sobre el VPH y sus consecuencias. En palabras de la experta: “Vacunarse y hacerse el papanicolaou es salvar vidas. La prevención es el camino más corto y más efectivo”.