A veces creemos que sentir ciertas cosas está mal. Que si sentimos enojo, tristeza, celos, ansiedad, envidia o incluso alegría “demasiado fuerte”, algo en nosotros está fallando.

Pensamos: “No debería estar así”, “esto no tiene sentido”, “debí haberlo superado hace mucho”. Y entonces,además de lidiar con lo que sentimos… nos culpamos por sentirlo.

Pero acá va algo que ojalá todos pudiéramos grabarnos bien: no te puedes equivocar en lo que sientes.

Puedes equivocarte en lo que haces con eso que sientes, claro. Puedes actuar impulsivamente, herir aalguien que amas, cerrarte o explotar. Pero la emoción en sí

—esa reacción interna— no es un error. Es real. Es tuya. Tiene sentido, incluso si todavía no sabes cuál.

Sentir es como tener fiebre: no es el problema, es el síntoma de algo más. No necesitamos “quitarlo” rápido, sino escucharlo. ¿Qué te está queriendo decir tu cuerpo, tu mente, tu corazón?

A veces no es tan claro. Pero siempre se vale.

En este espacio quiero recordarte que está bien sentir lo que sea que estés sintiendo en este momento. Que no estás loco, rota ni exagerando. Que todos experimentamos emociones difíciles, y que sentir es parte de estar vivos, de ser humanos. Que no estás solo, no estás sola.

Ojalá esto que lees sea un pequeño respiro para tu mundo interno. Una pausa amable en medio de tanto caos. Y un recordatorio de que tus emociones merecen escucharse, no corregirse.

Sentir no es el problema. Reprimir, juzgar o negar lo que sentimos sí puede serlo.

En palabras de Carl Jung: “Lo que resistes, persiste.”

Cuando tratamos de no sentir algo, eso no desaparece… solo se guarda, crece, se estanca o se transforma en síntomas.

Así que hoy, en vez de luchar contra eso que sientes, ¿qué tal si te das permiso y lo reconoces con suavidad?

Tómate un minuto. Cierra los ojos. Nómbralo en voz baja. Sin juicio. Solo eso.

Reconocer que la emoción está ahí ya es un acto de sanación y valentía.

Y tú, últimamente… ¿Qué es lo que no te has permitido sentir?