Foto: Dirección General de Comunicación Social UNAM
Un equipo multidisciplinario liderado por Ramona Isabel Pérez Bertruy, investigadora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB) de la UNAM, lleva a cabo un proyecto inédito para registrar y mapear los parques y jardines públicos de la Ciudad de México desde el siglo XVI hasta la actualidad. La información será integrada en un sistema electrónico de consulta pública que permitirá conocer no solo los espacios actuales, sino también aquellos que han desaparecido.
La investigadora explicó que hasta el momento han registrado mil espacios verdes y se han identificado 200 más en proceso de documentación. “Se trata de una herramienta dinámica, detallada y amigable, que permitirá al público conocer, por ejemplo, qué parques existen en Tlalpan o cuáles estaban activos en 1929”, indicó.
El sistema incluirá una base de datos geoespacial, documentos visuales —como fotografías y planos históricos y actuales—, así como información clave: nombres actuales y pasados, fechas de fundación, tipología, dimensiones y altura sobre el nivel del mar. Permitirá búsquedas por palabra clave, alcaldía, siglo o tipo de parque. “Incluiremos una semblanza de cada sitio representativo, y si no tenemos información, trataremos al menos de dejar una nota biográfica”, agregó Pérez Bertruy.
Este trabajo, señaló, facilitará la toma de decisiones sobre mantenimiento, planeación y gestión de estas áreas, así como la promoción de un sistema integral de parques urbanos. “Incidir en la opinión pública es clave para mejorar estos espacios que tanto aportan a la vida cotidiana”, afirmó.
El proyecto se encuentra en su primera fase y se espera que el sistema esté disponible en línea el próximo año a través de la página del IIB. Participan especialistas en urbanismo, geografía, biología, arquitectura del paisaje, diseño web e informática, provenientes tanto de la UNAM como de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Azcapotzalco.
Además de su función recreativa, los parques y jardines cumplen múltiples roles sociales y ambientales. Contribuyen a la salud pública, reducen el ruido, mejoran la calidad del aire, disminuyen la temperatura, recargan mantos acuíferos, albergan biodiversidad y elevan el valor de la vivienda cercana. También pueden tener funciones educativas y culturales, como bibliotecas o museos. “Son servicios urbanos fundamentales que dan identidad a la ciudad”, puntualizó.
El número de parques ha crecido a lo largo de los siglos. A finales del XVI solo existía la Alameda Central. En el XVIII se sumaron espacios arbolados como La Viga y Bucareli. En el XIX, durante el Segundo Imperio y el Porfiriato, Maximiliano de Habsburgo ordenó la creación del Paseo de la Reforma y un jardín en el Zócalo. En esa época también nacieron parques como Chapultepec, Balbuena y los de diversas colonias y barrios.
Las primeras estimaciones oficiales sobre áreas verdes urbanas surgieron en el siglo XXI. En 2010, la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial publicó un estudio, seguido por el Instituto de Geografía de la UNAM y la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema), que hicieron un segundo inventario ese mismo año.
Sin embargo, según Pérez Bertruy, “sabemos poco sobre la identificación, localización y denominación de los parques públicos entre los siglos XVI y XX”. Para cubrir ese vacío, el equipo analiza cartografía histórica y actual, usando herramientas como Google Maps, Google Earth, la Guía Roji, y el Inventario de espacios verdes reeditado por Sedema en 2024.
Otro insumo clave ha sido el Compendio digital de áreas verdes urbanas, publicado en 2022 por el IIB, que reúne planos arquitectónicos desde el siglo XVII hasta hoy. Una de las innovaciones del proyecto es la clasificación por tipologías, como parques vecinales, metropolitanos, lineales, históricos o de barrio, además del registro del estado de conservación actual.
En esta clasificación figuran espacios modernos como La Mexicana, Parque Bicentenario y Parque Cantera, que se suman a otros tradicionales como el Jardín Centenario de Coyoacán, símbolo de identidad para los capitalinos.
Con esta investigación, se busca no solo preservar la memoria urbana, sino también fortalecer el vínculo entre ciudadanía y espacio público, para asegurar que estos lugares sigan siendo esenciales para la vida en la ciudad.