Foto: Dirección General de Comunicación Social UNAM
Un hallazgo sin precedentes reveló que textiles elaborados entre los años 1100 y 1450 d.C. en el desierto de Atacama, Chile, fueron teñidos con púrpura de caracol y cochinilla, pigmentos que aún se utilizan en comunidades indígenas, como las de Oaxaca, en México. Así lo dio a conocer un equipo científico encabezado por investigadores del Instituto de Física (IF) de la UNAM, en colaboración con expertos de las universidades de Tarapacá y Chile.
El hallazgo fue posible gracias al uso de técnicas no invasivas, que permitieron identificar restos del tinte en fibras de vicuña, sin dañar los materiales ni alterar su valor arqueológico. “La gran ventaja en este ambiente desértico es que las telas se conservan bien y, en algunos casos, tienen colores similares a los de su tinción original”, explicó José Luis Ruvalcaba Sil, investigador del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC).
La detección del bromo, elemento presente en la secreción del caracol marino usado como pigmento, fue clave en este descubrimiento. “En Oaxaca todavía se sigue utilizando para la tinción de textiles”, detalló Ruvalcaba Sil, subrayando la vigencia de este conocimiento ancestral en la tradición textil mexicana.
El proyecto se desarrolló en el marco de una colaboración científica de más de una década entre el IF y la Universidad de Tarapacá, dirigida por Marcela Sepúlveda. Las muestras proceden del sitio funerario precolombino de Playa Miller, en la costa del desierto de Atacama. Para su análisis, las fibras fueron transportadas a Ciudad Universitaria, donde se aplicaron sofisticadas técnicas como Microscopía Electrónica de Barrido, Espectroscopía Raman y Fluorescencia de Rayos X, entre otras.
Edgar Casanova González, investigador por México adscrito al LANCIC, explicó que estas técnicas permitieron identificar incluso cantidades mínimas de pigmento, sin alterar los tejidos. “Este método es aplicable en medicina o detección de contaminantes, pero ahora también en estudios de patrimonio cultural”, señaló.
Asimismo, los análisis determinaron que la fibra era de vicuña, descartando el uso de alpacas u otros camélidos. “Ya se sabe que la fibra es de origen animal por el tipo de escamas que vimos en microscopía electrónica, y se puede saber de qué ejemplar eran”, afirmó Casanova González.
Para Alejandro Mitrani Viggiano, técnico académico del LANCIC, el descubrimiento del bromo permitió confirmar el uso del colorante púrpura. “No es una tintura que se encuentre usualmente”, señaló, destacando que su uso era poco común incluso en la época prehispánica. La hipótesis del equipo apunta a que los moluscos usados para producir el pigmento fueron recolectados por poblaciones originarias del norte de Chile, donde ya se había documentado su empleo.
El estudio, publicado en la revista PLOS One, demuestra cómo el diálogo entre la arqueología y la física puede revelar secretos milenarios que enriquecen la comprensión del patrimonio cultural. “Esta colaboración interdisciplinaria favorece resultados novedosos sobre los materiales y da mayor valor a nuestro pasado”, concluyeron los especialistas.