Luca Ferrari propone modelos energéticos sustentables y justos para México hacia 2050

Foto: Dirección General de Comunicación Social UNAM

Transitar hacia un modelo energético más justo, sustentable y adecuado a las necesidades reales de México es una urgencia, señaló Luca Ferrari, investigador del Instituto de Geociencias de la UNAM, al participar en el Seminario Institucional del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC). Desde su análisis, basado en el proyecto PLANEAS, afirmó que “es posible lograr un sistema más pequeño y sustentable, y al mismo tiempo alcanzar metas de justicia social y ambientales”.

De acuerdo con el especialista, México tiene una alta dependencia de recursos no renovables, muy por encima del promedio mundial y de América Latina. En 2023, los combustibles fósiles representaron el 88 por ciento de la oferta interna bruta de energía; la energía verde, el 10 por ciento; y la nuclear, el 2 por ciento. Además, “la energía eléctrica en México se genera con fuentes fósiles en 75.6 por ciento, con renovables en 21 por ciento y con nuclear en 3.4 por ciento”.

Ferrari explicó que la matriz energética basada en fósiles es inviable, ya que “hemos consumido el 88 por ciento del petróleo que podemos extraer con seguridad”. A esto se suma la falta de soberanía energética, pues desde 2015 el país es importador neto de energía, exportando petróleo pero importando gasolina, diésel y gas natural, con un déficit del 26 por ciento hace dos años.

La situación también se refleja en una profunda inequidad energética. Ferrari señaló que “28 millones cocinan con leña, 10 millones no tienen acceso adecuado a electricidad y 40 millones viven en pobreza energética”. Además, “el decil más rico de la población gasta y emite 10 veces más energía que el más pobre”, lo que resalta la necesidad de un enfoque de justicia social en cualquier transición energética.

A través de PLANEAS, se han modelado cuatro escenarios energéticos para México hacia 2050, pero Ferrari advirtió que dos de ellos —el de “crecimiento inercial” y el “verde”— no son viables por la falta de recursos energéticos y materiales. En cambio, los escenarios denominados “vida digna” y “transición justa sustentable” muestran que es posible una transformación profunda si se modifica la estructura económica nacional, priorizando la suficiencia y el bienestar de la población por encima de los intereses de las grandes exportadoras.

“Se trata de pasar de un modelo orientado a la exportación a uno basado en la generación de bienes y servicios que respondan a las necesidades prioritarias de México, no de las trasnacionales”, enfatizó el investigador.

Ferrari también contextualizó la problemática desde una perspectiva global: “tendremos que llegar a un mundo renovable porque los combustibles fósiles son finitos, además de ser dañinos para el ambiente”. Sin embargo, aclaró que las fuentes renovables enfrentan retos técnicos y materiales, ya que su infraestructura requiere combustibles fósiles para su construcción y mantenimiento. Además, la electricidad —que es lo que mayormente generan— representa solo el 20 por ciento del consumo energético total.

Asimismo, advirtió que pensar la sustentabilidad solamente desde la reducción de dióxido de carbono es una visión limitada. “Se han rebasado ya los nueve límites ecológicos del planeta: el cambio climático es solo uno. También enfrentamos la extinción masiva de especies, la deforestación, y la contaminación por plásticos y químicos”, alertó.

A nivel histórico, Ferrari subrayó la responsabilidad desproporcionada de las potencias industriales. “Europa —principalmente Inglaterra— y Estados Unidos han emitido muchas veces más gases contaminantes que el resto del mundo”, y hoy, “el 10 por ciento más rico de la población mundial es responsable de casi el 50 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero”. En América Latina, ese 10 por ciento emite siete veces más que los más pobres, concluyó.

La propuesta de Luca Ferrari es clara: para construir un futuro energético viable y justo para México, se requiere un cambio estructural profundo, que priorice la equidad social, la suficiencia energética y la soberanía nacional sobre el crecimiento desmedido.

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