Moverse es vivir: cómo pequeños cambios físicos pueden transformar tu salud

Foto: Dirección General de Comunicación Social UNAM

En medio del ajetreo urbano, el cuerpo humano lanza señales claras: necesita moverse. De acuerdo con Miguel Ángel Ramírez Hernández, jefe del Departamento de Activación Física de la Dirección General del Deporte Universitario de la UNAM, las personas que habitan en ciudades son quienes más requieren actividad física debido al estilo de vida sedentario que llevan por sus cargas laborales, sociales y familiares. “Lo primero es invitarlos a salir de su zona de confort; no propongo un maratón, un circuito de crossfit”, explica.

En México, solo el 41.1% de las personas mayores de 18 años en zonas urbanas realiza algún tipo de esfuerzo físico en su tiempo libre, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). El porcentaje baja aún más entre las mujeres: apenas el 36.8% se activa físicamente, frente al 46% de los hombres.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la actividad física como “todo movimiento corporal, producido por los músculos esqueléticos, que demanda consumir energía”. Sin embargo, un tercio de la población mundial adulta no cumple con las recomendaciones mínimas, lo que implica que alrededor de 1,800 millones de personas están en riesgo de enfermar por sedentarismo, considerado el cuarto factor de riesgo de mortalidad más importante.

Los efectos de esta falta de movimiento no solo impactan a nivel personal, también representan una carga económica global. La OMS estima que, de no revertirse esta tendencia, los sistemas públicos de salud enfrentarán un gasto aproximado de 300 mil millones de dólares entre 2020 y 2030, lo que equivale a 27 mil millones por año.

Para contrarrestar estos riesgos, Ramírez Hernández propone comenzar con acciones sencillas: “Por ejemplo, acudir al expendio o a la tienda más lejana con tenis, incluso ropa deportiva cómoda y caminar, lo cual durará 10 o 15 minutos. De esta manera se puede empezar a sumar movilidad”. Recomienda evitar el uso de elevadores o escaleras eléctricas si son solo tres o más niveles y, en cambio, subirlos caminando. “La experiencia de movernos con un objetivo será fortalecer nuestra salud”, afirmó.

El universitario sugiere apoyarse en aplicaciones móviles, videos o libros especializados para diseñar una rutina acorde a la edad, estilo de vida y objetivos de cada persona. “Hay que aprender a escuchar el cuerpo. Todos somos diferentes; por ejemplo, los 10 mil pasos que se recomienda realizar durante el día quizá no son para todos”, advirtió. En ese sentido, subrayó la importancia de evitar compararse con otras personas y avanzar al propio ritmo. “Si mis amigos corren 10 kilómetros, no voy a hacerlo así; voy a caminarlos y quizá no esa distancia sino solo 10 minutos a paso moderado, corrigiendo postura”.

También hizo énfasis en que después de cualquier actividad debe evaluarse la experiencia: si fue placentera, se puede repetir. La hidratación es fundamental, preferentemente con agua poco fría.

Entre las actividades más accesibles y lúdicas, el baile destaca como una gran opción. “Tiene ese grado de deporte. Puedes hacerlo con cualquier ritmo: ¿el reggaetón? ¡Upa! Cuando entramos al beat hasta el corazón se empata, como dicen por ahí. ¿Lo quieres tomar como ejercicio? Pues no solo bailes una pieza, sino 10 y sentirás el bienestar”, concluyó.

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