Foto: Dirección General de Comunicación Social UNAM
La educación ya no puede limitarse a preparar para el empleo. En un entorno cada vez más virtual y dinámico, es indispensable formar a las nuevas generaciones, así como actualizar al personal docente, administrativo y a los egresados, con el fin de fomentar su capacidad de adaptación y reinvención. Así lo afirmó el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Leonardo Lomelí Vanegas, durante la clausura del Macroentrenamiento en Inteligencia Artificial (MeIA) 2025.
“Esta realidad subraya la necesidad urgente de diseñar e implementar iniciativas y políticas educativas sólidas, responsables y bien fundamentadas en valores universales como la equidad y la igualdad”, enfatizó el rector.
El MeIA 2025 reunió durante tres semanas a más de mil 50 estudiantes de licenciatura y posgrado, provenientes de 20 países, quienes se adentraron en temas clave como aprendizaje automático, aprendizaje profundo y generativo. El rector subrayó que esta iniciativa representa un esfuerzo estratégico para ofrecer una formación rigurosa y accesible en inteligencia artificial (IA), destacando la urgencia de preparar a la juventud para los desafíos del futuro.
Citó cifras del sistema de Naciones Unidas que reflejan la falta de marcos regulatorios adecuados en la educación respecto al uso de la IA. Aunque más de dos tercios de los estudiantes de secundaria en países con altos ingresos ya usan herramientas generativas para sus tareas, solo el 10% de las escuelas y universidades cuentan con lineamientos formales para su uso ético y pedagógico. Hasta 2022, únicamente siete países habían diseñado programas específicos para la formación docente en IA.
El rector también compartió datos del Foro Económico Mundial, que proyecta la creación de 170 millones de empleosen los próximos cinco años, impulsados por la revolución tecnológica y otros factores. No obstante, advirtió que 92 millones de trabajos podrían desaparecer, reflejando una transformación estructural del mercado laboral. “Casi el 40 por ciento de las habilidades requeridas en el sector laboral cambiarán antes de 2030, y las competencias tecnológicas serán esenciales”, subrayó.
Por su parte, Tamara Martínez Ruíz, secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM, enfatizó el papel de las universidades como garantes de que “la inteligencia artificial se desarrolle como un bien público, con ética y centrada, sobre todo, en la dignidad humana”. Explicó que, según datos internos, entre 70 y 83% del profesorado y entre 81 y 88% del estudiantado ya emplea herramientas de IA generativa, aunque en su mayoría solo para búsqueda de información y elaboración de materiales. Apenas un pequeño porcentaje la utiliza para planificar clases o diseñar evaluaciones.
“Esto nos invita a reflexionar si la velocidad de adopción de estas herramientas está superando o no nuestra capacidad institucional para acompañar, para regular y para capitalizar la tecnología”, advirtió Martínez.
La funcionaria subrayó la urgencia de impulsar una estrategia educativa integral, creativa y colaborativa entre universidades, con los derechos humanos como eje central. “Debemos ser los espacios donde se cultive una cultura del cuidado de las personas, del ambiente y de la verdad, con políticas de datos abiertos y transparencia algorítmica”, dijo.
Desde el ámbito tecnológico, Héctor Benítez Pérez, director general de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación, explicó que el diseño curricular del MeIA fue desarrollado por un comité académico de especialistas de la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional, quienes seleccionaron propuestas formativas de toda América Latina.
El entrenamiento contempló 720 horas de capacitación, distribuidas en 18 talleres —cuatro de inducción, ocho de especialización y seis de resolución de retos— e impartidos por 38 expertos de instituciones nacionales e internacionales. De las mil 637 solicitudes recibidas, mil 72 estudiantes iniciaron el curso, y 620 lo concluyeron con éxito.
“Su curiosidad, rigor y compromiso son fundamentales para construir una inteligencia artificial más justa, robusta y humana. Es nuestra responsabilidad, como académicos y profesionales, guiar su desarrollo con ética y profundo compromiso en el bienestar social”, concluyó Benítez.