Foto:Archivo Vatican Media
En la escalinata de la Basílica de San Pedro, este 26 de abril de 2025, el mundo se congregó para despedir al Papa Francisco con una misa fúnebre cargada de simbolismo, devoción y representación global. A las 10 de la mañana comenzó la celebración litúrgica presidida por el Cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, quien ofició el rito en latín según la nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis de 2024, ajustado a las simplificaciones que el propio Papa Bergoglio impulsó durante su pontificado.
Participaron 980 concelebrantes entre cardenales, obispos y sacerdotes, acompañados por 200 ministros de la Comunión. Más de 4 mil sacerdotes se encontraban del lado derecho del atrio, junto a la estatua de San Pedro. Se prepararon 225 copones para los fieles y 80 cálices con igual número de copones para los celebrantes. A la derecha del altar, presidía la ceremonia el icono de la Salus Populi Romani, tan querido por el difunto Pontífice.
Durante la liturgia, se leyeron seis oraciones de los fieles en francés, árabe, portugués, polaco, alemán y chino. Después de la Comunión, se llevó a cabo la Ultima commendatio, la recomendación final del alma del Papa a Dios, seguida de la Valedictio, la despedida solemne. Esta fue acompañada por la Súplica de la Iglesia de Roma, pronunciada por el Cardenal Baldassare Reina, vicario general de la diócesis de Roma, y por la Súplica de las Iglesias Orientales en griego, a cargo del Patriarca Youssef Absi de Antioquía de los greco-melquitas.
Al término de la misa, el Cardenal Re roció con agua bendita e incensó el féretro. El ataúd fue trasladado a la Basílica y desde allí comenzó la procesión fúnebre rumbo a la Basílica de Santa María la Mayor, pasando por la Porta del Perugino, la Galería Príncipe Amadeo de Saboya-Aosta, Corso Vittorio Emanuele, Piazza Venezia, Via dei Fori Imperiali, el Coliseo, Via Labicana y Via Merulana, hasta llegar a Piazza Santa Maria Maggiore.
En el lugar destinado por voluntad del Papa, el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza de la Basílica Liberiana, se celebró el rito de sepultura. Fue acompañado por el canto de cuatro salmos, cinco intercesionesy la oración del Padrenuestro. Al finalizar, se colocaron los sellos del Cardenal Camarlengo Kevin Joseph Farrell, la Prefectura de la Casa Pontificia, la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Romano Pontífice y el Capítulo Liberiano sobre el féretro. Posteriormente, el ataúd fue depositado en el sepulcro mientras se entonaba el Regina Caeli. El notario del Capítulo Liberiano leyó el acta oficial del entierro, firmada por el Cardenal Camarlengo, Monseñor Leonardo Sapienza, Monseñor Diego Ravelli y él mismo.
A lo largo de la Vía de la Conciliación, miles de fieles siguieron en oración y silencio, acompañando espiritualmente al Pontífice argentino en su última morada.
La ceremonia contó con la presencia de delegaciones oficiales de 53 países con jefes de Estado y representantes de gobiernos, incluyendo a Argentina, Italia, Estados Unidos, Francia, Brasil, México, Alemania, España, India y Canadá. Asistieron también soberanos reinantes de Andorra, Bélgica, Dinamarca, Emiratos Árabes Unidos, España, Jordania, Luxemburgo, Liechtenstein, entre otros. Delegaciones de Noruega y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte enviaron a sus Príncipes Herederos. En total, hubo representación de más de 70 países y 9 organizaciones internacionales, incluyendo la ONU, OMS, ACNUR, OIT, OSCE, entre otros.
También asistieron delegaciones religiosas de múltiples credos. Desde el Patriarcado Ecuménico de Constantinoplahasta la Iglesia Ortodoxa de Grecia, pasando por la Iglesia Apostólica Armenia, la Iglesia Ortodoxa Siria, la Iglesia Copta, la Comunión Anglicana, la Federación Luterana Mundial, la Alianza Evangélica Mundial, el Consejo Mundial de Iglesias, el Ejército de Salvación, y el Foro Cristiano Global, todos se unieron en un gesto de unidad espiritual sin precedentes.
Entre los representantes de religiones no cristianas se encontraron delegados del judaísmo, islam, budismo, hinduismo, sijismo, zoroastrismo y jainismo, reflejo del diálogo interreligioso que Papa Francisco promovió con firmeza y convicción durante su pontificado.
Así, con oraciones en múltiples lenguas, una multitud diversa y un rito cuidadosamente elaborado, el mundo entero rindió homenaje a un Papa con el corazón abierto a todos, como fue descrito durante las exequias. El legado de Francisco, marcado por la humildad, el diálogo y la fraternidad, quedó grabado en cada gesto de esta jornada histórica.